Reflexionaba
acerca de algo que me ocurrió, y desde que pasó, no pude dejar de repetir en mi
mente estas palabras: “No fui yo quien te visito”. Estaba en mi hogar con la
chica que me ayuda a limpiar y teníamos todo revuelto, sillas patas arriba,
muebles arrinconados, en fin, todo el escenario típico de quien “limpia a
fondo” su casa. Sonó el timbre, y cuando me asomé a la puerta era una persona,
a la que decidí un día no invitar más a entrar a mi casa, ¿la razón? Cada vez
que lo hacía me dejaba inquieta, no traía paz a mi hogar sino todo lo
contrario, y no escuchaba mis exhortaciones acerca de que si lo que iba a decir
no era agradable, no edificaba y no construía, no debía decirlo, por lo que
decidí no escucharla más y mucho menos recibirla.
El caso es
que después de mucho tiempo, ayer de nuevo
toco a mi puerta, no pretendía dejarla entrar pero utilizo un recurso
seductor, una “llave maestra” manipuló
mi corazón diciéndome que se trataba de
una emergencia y no tuve corazón para dejarla afuera, así que le abrí ,
ella entró, consiguió una silla que no estaba volteada en medio del desorden y
se sentó, yo en vista de que no decía cuál era la emergencia seguí haciendo mis
labores esperando a que ella hablara, pues ni una cosa ni la otra, de pronto
ella rompe el silencio para decirme “Estás como María” refiriéndose al pasaje
bíblico: “Aconteció que yendo de camino,
entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía
una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía
su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres... Lucas 10:38-42.
Que dicho sea de paso no era María como me llamó , la afanada era Marta, pero yo entendí lo que
quiso decir, me sentí mal y hasta solté la escoba para escucharla atentamente,
pero seguía sin decir nada interesante, yo continué esta vez sí como Marta;
Cocinaba, cocía, limpiaba, total que se aburrió de verme limpiar y se fue como
vino sin nada edificante que comentar y no había tal emergencia.
Hoy después
de haber pasado un día reflexionando me di cuenta que ni yo estaba como Marta
ni era Jesús el que me había visitado, pero ¿A qué viene toda esta exposición?
A que no es la primera vez que me pasa, que alguien venga en nombre de Jesús a
reclamar mi atención, que alguien se valga de una investidura cristiana para
darle credibilidad y peso a sus palabras, entre las muchas veces que me ha
pasado, una de las más notables, me pasó también hace muchos años con un
pretendiente, cuya carta de presentación era que seguía a Jesús, y hasta una
columna en un diario famoso tenia que se llamaba “Las sandalias del pescador”
escribía cosas sublimes sobre Jesús y con esa llave maestra intentó atraer mi
atención por un tiempo, seducirme, hasta que me di cuenta de quién era
realmente, y era el mismo demonio disfrazado de oveja. Las sandalias del
pescador.
Muchos me dirán en aquel día: “Señor,
Señor... Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mí, los que
practicáis la iniquidad.” Mateo 7:21-23. Este, es
uno de los textos más duros de la Biblia. Al final Jesús sentenciará a los
“hacedores de maldad”. La sentencia más horrible que alguien pueda escuchar es
que el propio Señor le diga: “Nunca os conocí…”.
Tenemos que
aprender a reconocer cuando alguien viene a nosotros en el nombre de Jesús, en
cualquier ámbito de la vida, como estos personajes que mencioné anteriormente,
a estos lobos hay que despojarles del disfraz de oveja, hay que quitarles esa
ropa, hay que aprender a identificar y reconocer al impostor:
Ataviados de
piedad: Y en eso consiste su engaño, porque al principio no vemos nada malo.
Nos puede seducir la forma de hablar, como cantan, como hablan de Jesús, y
hasta la forma cómo nos tratan. Todo esto pudiera ser parte de su ropaje y eso
dificulta conocer lo que llevan por dentro. El reto que tenemos por delante es
que podamos quitarles a los engañadores la piel de oveja, para que veamos al
lobo que está debajo.
Una falsa
espiritualidad: Para entender esto tenemos dos personajes Bíblicos: Caín y Abel
¿Cuál fue la situación de estos dos hermanos? Ambos vinieron al culto. Ambos
ofrecieron sus ofrendas. Ambos adoraron. Pero en uno, su ofrecimiento fue solo
para aparentar. Presentó el fruto de sus manos, pero no del corazón. Suelo decirles
a mis hijos que no se dejen deslumbrar por lo grande, que se fijen en el
detalle, ese que siempre se descuida y se deja al descubierto, esas pequeñeces
a las que el impostor no le pone el cuidado necesario, pues está pendiente de
lo que se ve.
Jesús era una
persona mansa, compasivo, humilde, empático, determinado, valiente, franco,
directo… Mateo 11:29. Me dejé engañar
momentáneamente, pero reflexionando me dije, pero si no era Jesús quien me
visitó y de paso ni siquiera tiene el carácter de Jesús como para ser un
emisario de él, y tampoco traía un mensaje como para hacer como María y
sentarme a escucharla, enseguida dejé de sentirme mal pensando que me había
portado como Marta. Con el “pretendido pretendiente”, pude quitarle el disfraz
de oveja pues lo que escribía no se correspondía con su actuar, trataba muy mal
a las personas que por alguna razón le servían, era soberbio... Definitivamente
no tenía el carácter de Jesús, todo lo contrario, era demoníaco.
"Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso
se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Mateo 7:15” y es muy cierto esta es otra manera de reconocerlos “por sus
frutos” ninguno de los personajes en cuestión tenía frutos, es más, son de esas
personas que pasa el tiempo y no aprenden nada, no les ves ningún crecimiento
espiritual, algo que resaltar, una mejoría en su carácter, algún camino
recorrido que haya florecido. En el renglón de los malos hombres, éstos no
pueden producir uvas ni higos. Lo que ellos al final producen son espinos y abrojos.
Esto es: mala hierba, cuyo resultado será ser llevados al horno para ser
quemado, si te fijas podrás ver esa maleza en lugar de frutos.
Cuando el
Señor se va acercando al final del Sermón del Monte, nos advierte sobre la
importancia de estar en guardia para no ser seducidos por los engañadores. Para
ello utiliza la figura de los “lobos vestidos de ovejas”. ¿Qué hacemos cuando al intentar entrar a una casa
vemos un letrero que dice “Perro bravo?”. Tendríamos que ser muy despistados para
no tomar en cuenta esa advertencia. Pero, ¿Y si en lugar de un perro encuentras
un lobo en el patio? ¿Saltarías la cerca para acariciarle la cabeza? ¿Obviarías
la advertencia de “ten cuidado” ¿La palabra “guardaos”, que usa el Maestro,
equivale a decir: “tenga cuidado”, “sea precavido” con ellos? Ellos vienen con
una vestimenta de oveja. La idea es que al vestirse así no despiertan
sospecha. Al vestirse como ovejas logran
que con su camuflaje no sean descubiertas sus reales intenciones.
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