Como seres humanos nacemos insertos en un mundo, en un país,
en una comunidad. Muchas veces, la idea de “formar parte” sólo queda referida a
“hacer uso” de lo que ello nos brinda, sin tomar conciencia de nuestro rol en
relación con su progreso, bienestar y equilibrio, entre otras.
Tenemos la posibilidad de actuar, incidir, contribuir,
sobre el medio en que vivimos, de ser ciudadanos no sólo para tener beneficios
de habitar en un lugar con sus privilegios sino, para responsabilizarnos sobre
lo que, en nuestro medio ocurra, pensar gratuitamente en contribuir al
bienestar de otros, aun cuando no los conozcamos, es lo que ha hecho le diferencia
en nuestras vidas.
Estoy convencida de
que los milagros que nos suceden, son un eslabón para unirnos a otros, yo
recibo y doy, así funciona.
Lo veo a diario en ustedes, mis hijos, cuando hablamos y me cuentan su día a día, compruebo cómo están comprometidos con el bienestar de otros, con cada gesto, cada decisión que toman en pro de los demas.
Agradecida y en paz me siento con esta familia que Dios
me dio. Lo que más aprecio y me da mayor tranquilidad, es tener la certeza de
que saben que dar y recibir van unidos, que es el movimiento natural de la
abundancia, dar equivale a crear, porque están permitiendo que esa paz y dicha
continúe su camino obrando milagros en sus vidas y la de otros.
Y esto lo siento desde que era niña, ahora entiendo la
famosa “caravana” de mi papá, cuando íbamos a algún lado en varios carros, ese
ver el uno por el otro, que hace que hoy día, a pesar de la distancia mis
hermanos yo estemos siempre presente en la vida del otro, que cuando algo
sucede se abra ese chat “Hermanos Martínez” y comenzamos a brindar ese apoyo
para solventar cualquier situación.
Mi abundancia viene de
ese lazo de amor que heredé. Y que pude transmitir a mis hijos. Tan bendecida
me siento que, todos los días me sale del alma darle las gracias a Dios por
esta vida que me dio. Mirar cómo se insertan en esos lazos milagrosos que nos
unen.
Siento que mi vida es perfecta con todo y las pérdidas y
los sufrimientos, porque está conducida por Dios, y ese Dios está en la vida de
cada uno de nosotros, como Padre, guía y sostén. Ustedes han aprendido a dejar
que sea Dios quien mueva los hilos de sus vidas, saben que sus planes son más
grandes y mejores que los nuestros. Han aprendido a esperar en sus tiempos, con
su paciencia, a ver cómo se desarrollan los hechos con la certeza de que lo que
viene será glorioso, y forman parte preciada de su creación.
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