viernes, 13 de enero de 2023

Capítulo 4. El que hiere es porque está herido

 


CAPÍTULO 4


EL QUE HIERE ES PORQUE ESTÁ HERIDO

"Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la camisa, no le impidas que se lleve también la capa. Dale a todo el que te pida y, si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. ¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Lucas 6:27-33

     Mi "enemiga" resulto ser mi mejor amiga. Pasamos de los celos y ataques, a poner la otra mejilla, a ser mejores amigas.  Logramos con el tiempo sanar cualquier diferencia, y pude acompañarla sus últimos días, me dolió muchísimo su partida. Y no solo ella, sino la mejor amiga de ella, con quien urdía planes para molestarme, con ella tengo un testimonio también.

     En muchas ocasiones este par de amigas intentaron vengarse, de lo que creían yo había causado. Una vez fueron a mi casa, yo estaba lavando el porche, de pronto veo acercarse un auto y cuál es mi sorpresa cuando se estaciona justo al frente de mi casa y se baja una señora bajita, mientras la otra se quedaba en el carro, haciendo la función de chofer, con el auto encendido, imagino que por si tenían que salir corriendo, cosa que no ocurrió, porque yo me quedé con mi escoba en la mano inmóvil, esperando a ver que querían, que por cierto, en una de esas hice un ademán para acomodar la escoba y ella pensó que le iba a dar un escobazo, se asustó y retrocedió, me dio risa, pero me aguanté, el asunto parecía muy serio, el hecho es que habían ido a dejarme el perro de mi esposo, con el grito “si te quedaste con el hombre, te quedas con el perro también “ , y se fueron. 

     El perro en cuestión pasó a ser el consentido de la casa y en poco tiempo todos le tenían cariño, así fue como llego Bianca Josefina a mi hogar.

     Bueno, sigo con el cuento de la amiga de la ex de mi esposo, que la acompañaba en todas estas aventuras, y que tristemente también murió de cáncer. Al frente de mi librería había una fuente de agua muy bonita, los locales la rodeaban, era un placer escuchar el sonido del agua y ver cómo caía. Un día, estoy acomodando la vidriera y veo a una señora llorando desconsoladamente en la fuente, no pude permanecer tranquila y me acerqué, le pasé el brazo por la espalda y ella se me vino en un abrazo que yo respondí, mientras la llevaba caminando hasta la librería, llegamos, le di agua y ella comenzó a contarme por lo que estaba pasando, yo le hablé de mis testimonios de cuando vivía en Maracay y como Dios me sacó de todas y cada una de las situaciones, incluso peores que las de ella, yo tenía, 4 hijos pequeños en ese entonces y ella no tenía si no uno y era ya un hombre, sin querer desmeritar su tragedia por supuesto, total que llevábamos mucho rato hablando, ella sin verme la cara y yo sin ver la de ella cubierta por el pañuelo y las lágrimas, siempre mirando el suelo.

     En una de esas levanta la cabeza para agradecerme porque ya estaba más tranquila y ya se iba, y me dice “tú no eres…” ˗ le dije ˗ sí, aunque yo no recordaba la cara de ella, pues era la que fungía de chofer en las aventuras con la ex de mi esposo y siempre se quedaba en el carro. Ella misma me dijo quién era, enseguida lamentó muchísimo todo lo ocurrido, y ya no encontraba como mostrarme su arrepentimiento y pedirme perdón, cargaba con ella una joya carísima y quiso dármela como recompensa, pero por supuesto no acepté, primero porque no tenía que darme nada a cambio ni yo iba a recibirlo y segundo porque parte de lo que me contó era que atravesaba por una mala situación económica, por el contrario, la ayudé a vender la joya en cuestión y pudo solventar algunos problemas económicos que la apremiaban.

     Desde ese día me visitaba en la librería, hablábamos largo rato, tomábamos café, se fue a vivir a los Estados Unidos, estuve tiempo sin saber de ella, un día regresó, yo iba cruzando la avenida, caminando, y ella iba en su carro, el semáforo se puso verde y en lugar de avanzar, detuvo el carro, se bajó y me dio un interminable abrazo.

     Luego me enteré que se había muerto. Yo me la había conseguido en la farmacia, buscando medicinas, ella para su cáncer y yo para la artritis que en esos momentos padecía. Digo en esos momentos porque después no la padecí más nunca (Ese es otro testimonio).

     El hecho es que las tres terminamos siendo mejores amigas, tanto que los últimos días de la ex de mi esposo, nos poníamos de acuerdo y yo la llevaba a pasear, le ofrecía lo que sabía que le gustaba como las empanadas del flaco, que estaban en un local debajo del edificio donde yo vivía, pero ya ella no tenía apetito, su cáncer era de estómago, y solo le provocaba pasear, recostada en el asiento del carro, viendo por la ventana unas veces y con los ojos cerrados otras.

     Un día de esos, de largas charlas, le pedí perdón por lo que ella creía que yo había hecho, le expresé que yo no sabía que ella estaba aún con mi esposo y ella me respondió, que en efecto no estaba ya con él, y qué gracia a mí no terminó sus días con Luis que era super achacoso y no hacía sino joder, reímos de nuevo, así con esas palabras, ella también cambió mucho y recordar esos arrebatos nos daba mucha risa, sobre todo el cuento del perro, cuando se asustó. Al poco tiempo de separarse de mi esposo, ella se unió a un hombre con el que compartió su vida, pero que se fue cuando la situación se puso mala en Venezuela. 

     Yo me vine a Chile también y ella murió, no la pude ver más ni hablar con ella, una hermana se la llevó a otra ciudad, poco antes de morir.

    En la época en que éramos “enemigas”, ella mandaba la ropa sucia de sus hijos para que mi esposo la lavara los fines de semana, mi esposo me decía que iría a la lavandería automática y yo le contestaba que continuáramos con nuestros planes que, mientras lo hacíamos la lavadora de la casa lavaría la ropa. 

    En lugar de dejar que mi ego se frustrara y se molestara diciendo “Como voy a lavarle la ropa a esa señora, como va a arruinar nuestro fin de semana” yo veía los dientes blancos del perro y le agradecía por haberme enseñado a lavar, sí, me enseñó a lavar, en una ocasión me devolvió la ropa con una nota y las instrucciones para hacerlo bien. Debo reconocer que yo no sabía lavar, colocaba la ropa, así como la agarraba, no revisaba bolsillos, no separaba color y metía medias con franelas. 

     La ropa salía llena de papelitos por alguna servilleta en algún bolsillo, interiores color rosa por alguna franela roja y las franelas blancas curtidas. En las instrucciones ella decía que las medias nunca se metían con el resto de la ropa, se lavaban aparte y se remojaban toda la noche con jabón azul, y al día siguiente se metían en la lavadora. A partir de entonces mis franelas relucían de blancas y las medias quedaban como nuevas.

     León Tolstoi es el autor del cuento llamado “El perro muerto”, yo le digo los dientes blancos del perro, un hermoso relato que habla de Jesús y sus discípulos, a grandes rasgos es así:

     Había un perro muerto tirado en una calle, con una soga al cuello y en estado de total putrefacción, la gente lo estaba rodeando y comentaban sobre el olor insoportable que emanaba, otro argumentó lo horrible del estado de la piel y los órganos, otro dijo que estorbaba el camino. Jesús se acercó y dijo –“sus dientes son más blancos que las perlas”. Yo acostumbro en toda situación a ver los dientes blancos del perro.

     El poner la otra mejilla te enseña que, el asunto es entre tú y Dios y es ante Él, que te importa quedar bien, no te estás humillando como muchos creen, te estás dando la oportunidad de tener paz, tranquilidad, de manejar tus emociones. Cuando pones la otra mejilla estás dejando tu defensa en manos del mejor abogado: Dios. Esa actitud pacífica es un reconocimiento a la excelencia, la dignidad, el honor. No tiene que ver con ser pasivos, más bien estamos siendo activos. No se pierde poniendo la otra mejilla, se gana. Yo puse la otra mejilla y gané dos amigas.

Lo mejor de todo, estás forjando en ti el carácter de Jesús.

Proverbios 15:1 La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor.

Santiago 1:19-22 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Pongamos esto en práctica hoy, airarse es fácil y controlarse es difícil, pero con la ayuda de Dios podemos llegar a ser personas que dejemos de perder por enojarnos.

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