lunes, 9 de enero de 2023

Capítulo 2 Tus planes no son los mios

 


CAPÍTULO 2

TUS PLANES NO SON LOS MÍOS

“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes -dice el SEÑOR-. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. Jeremías” 29:11


     Mi segundo esposo falleció de cáncer, y como todos saben es una enfermedad que demanda mucho dinero y tiempo, partió un 18 de marzo y para entonces ya habíamos usado su sueldo en los gastos de la casa, la quincena siguiente ya no hubo más pagos, mis hermanos y mi hija Adriana quién trabajaba para ese entonces, nos ayudaban con los gastos de la casa.

     Habiendo transcurrido ya tres meses de su partida, salí a dar un paseo para disipar tanta tristeza. Crucé la calle, en la acera del frente había un centro comercial, fue tanto el encierro en casa con la enfermedad de mi esposo que, ni cuenta me di cuando lo inauguraron.  

Centro Comercial Madrigal Plaza, ese nombre me gustaba mucho, me trajo recuerdos de mi papá. En mi estado, todo lo asociaba a la tristeza, recordé la letra de la canción “Madrigal” “Estando contigo me olvido de todo y de mí. Parece que todo lo tengo teniéndote a ti. Y no siento este mal que me agobia y que llevo conmigo. Arruinando esta vida que tengo y no puedo vivir […]”.

Entré, caminé unos cuantos metros y me acerqué a un local que se encontraba vacío, aproveché sus nítidos cristales para ver mí imagen, tenía tiempo sin mirarme en un espejo, reflejada en el vidrio también apareció la figura de una mujer joven a mis espaldas, Angelica, sin voltear, escuché cuando me preguntó: - ¿Te gusta? -Yo contesté, sí-Y ella continuó, asumiendo que yo estaba interesada: ˗Solo necesitas tres meses de depósito, una referencia bancaria y otra personal˗ me dijo también de una vez, cuanto sería la renta y los gastos notariales. Me volteé, la miré y las únicas palabras que brotaron por mi boca fueron: ˗Yo no tengo referencias bancarias˗. A lo que ella respondió: ˗ No importa, tráeme la copia de tu cedula˗.

Caminé hasta la salida  y sin dudarlo llamé desde mi celular a mi hija Adriana,  y le pedí el dinero del depósito, ella sin pedir explicaciones me dijo: ˗ Te llamo en un momento˗ A los pocos minutos me devolvió la llamada para informarme que había pedido el fideicomiso y que en unos instantes me depositaria el dinero, me devolví al local con la cédula y el dinero, fui a la oficina de la mujer en cuestión, le conté mis avances y enseguida me entregó la llave del local, con un abrazo y el grito: ¡Todo tuyo, mucho éxito!

    Salí de ahí con la satisfacción de quien había ido a buscar un local para montar un negocio y lo encontró. En mi cabeza nunca estuvo esa idea, no tenía planes de nada, ni dinero, ni ánimo y mucho menos sabría que montar, yo solo salí de paseo, pero respondí como sí, en efecto, había ido allá, en lugar de, a tratar de disipar un poco mi tristeza, a buscar un local para poner un negocio. 

     Volví de un triste paseo donde llevaba las manos vacías con la posibilidad real de tener mi propio negocio. Regresé a mi casa con las llaves del local en las manos. Saqué cuentas y ese mes ya comenzaban a depositarme la pensión de viudez, así que tendría como pagar las mensualidades, no tenía dinero para comprar nada, ni sabía que montar ahí, pero todo se fue dando solo.

     El fin de semana llevé a mis hermanos a ver el local que acababa de alquilar y estando todos parados detrás de mí, frente al cristal, observé como se miraban unos a otros, extrañados, como diciendo ¿Que va a hacer aquí, sin dinero, sin ninguna idea? Pero Igual me apoyaron, aun sin entender.

     Recuerdo haberle contado a la doctora que se hizo cargo totalmente gratis, de la enfermedad de mi esposo hasta sus últimos días, mis planes, “Mi proyecto caído del cielo”, llave en mano. 

     Habíamos hecho amistad en esas largas esperas a la reacción de mi esposo tras cada medicina. El día que la contacté para verlo por primera vez, lo primero que me dijo fue: ˗yo no puedo subir escaleras˗. Y las subió todas las veces en que el ascensor falló.

     La nombro porque los primeros insumos para lo que sería mí emprendimiento, me los regaló precisamente ella, la doctora Mayela, con ella tengo otro testimonio. Cuando llegó a la ciudad donde vivíamos, buscando trabajo, en la clínica en la que mi esposo pasaba consulta, y justo el día que a él le estaba dando un infarto, el dueño de la clínica el Doctor Sarmiento, a quién también tengo mucho que agradecer, la agarró de la mano y le dijo: ˗Venga doctora que le tengo su primer paciente˗. 

 Me regaló los primeros insumos; unas cajas de carpetas, cajas de lápices, y otros que no recuerdo, me dijo con su acento maracucho: ˗Aunque sea sobre una mesa colocáis esto y comenzáis a vender˗ y así lo hice. A los días me llamaron para devolverme un dinero de gastos fúnebre que mi esposo no utilizó, pues fue cremado por su voluntad, y con ese dinero recuerdo que compré una fotocopiadora, unos estantes y me llevé mi computadora al local. La gente pasaba y me decía: ¡Qué bueno, por fin un centro de copiado por aquí! Así que, con idea de ellos, puse un centro de copiado, Lo llamé L.T. Copy por las iniciales del nombre de mi esposo. 

     Poco a poco, se fue llenando con insumos de los distribuidores que pasaban a ofrecer sus productos y los dejaban a consignación, tanto, que ya no cabían las cosas en el local. Se nos hizo pequeño. 

     Mi hermana Moraima me llevó un día de compras y me regaló; una plastificadora, una encuadernadora con todo el material necesario, y hasta un termo para el café. Cada uno de mis hermanos se hizo presente, con Humberto mi hermano compré la estantería, todos y lamento no recordar con detalles tanto apoyo, incluyendo mis hijos, colaboraban con el proyecto que nos daría nuestro nuevo ingreso familiar, días después L.T. Copy abría sus puertas. 

  ¿Si Dios planificó la vida de su hijo hasta el final, por qué no lo haría conmigo? Yo no salí a montar un negocio ese día, mis planes eran morir de tristeza, llorar y llorar, había perdido a mi esposo, no tenía trabajo, ni dinero. 

Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡Más altos que los cielos sobre la tierra! “Isaías 55:9

Luego dijo Jesús a sus discípulos:

“Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, con qué se vestirán. La vida tiene más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa.  Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!  ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? Ya que no pueden hacer algo tan insignificante, ¿por qué se preocupan por lo demás?

Fíjense cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe! Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse.  El mundo pagano anda tras todas estas cosas, pero el Padre sabe que ustedes las necesitan.  Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas.” Lucas 12:22-31

 “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”. Eclesiastés 3:1 


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